México D. F., 28 de enero (Redacción LaSalud.com.mx).- “¡A esto le falta sal!”, “me alcanzas la sal?” o, “se me antoja algo salado”, son expresiones que escuchamos con mucha frecuencia en nuestros familiares o amigos, cuando no somos nosotros mismos los que las decimos. La costumbre de agregar a los alimentos más sal de la que ya contienen o de buscar alimentos salados por mero “antojo” parece inocente, inocua, una simple cuestión de gusto.
Sin embargo, un estudio reciente sugiere que el gusto por la sal podría indicar problemas más serios en la salud. Según investigadores israelíes, el alto consumo de sal está relacionado con, entre otras cosas, una deficiencia en el nivel de sodio en la sangre al nacer.
Los científicos analizaron a 41 niños prematuros y encontraron que entre menor era el nivel de sodio en la sangre al nacer, mayor era el consumo de sodio (sal) de los niños entre los ocho y 15 años. Adicionalmente, los niños con los niveles más bajos de sodio en el momento de su nacimiento pesaron alrededor de 30 por ciento más que los otros niños durante la primera infancia y el comienzo de la adolescencia. Por lo que la falta del sodio también parece ser un factor de riesgo para el desarrollo de la obesidad.
Los niños que tenían el nivel más bajo de sodio al nacer consumieron 1, 700 miligramos más de sodio al día respecto de los otros. Después de someter a un examen a los menores de entre ocho y 15 años para determinar su consumo de alimentos salados, se encontró que aquellos que tenían la deficiencia congénita de sodio consumieron una cantidad doble de refrigerios salados años después, comparados con los niños que mostraron niveles normales del mineral.
Micah Leshem, coautor del estudio e investigador de la Universidad de Haifa, explicó que ya existían antecedentes que sugerían una relación semejante, “actualmente hay cerca de ocho estudios que muestran que alguna forma de pérdida o deficiencia de sodio se relaciona con un mayor apetito por la sal al final de la infancia o en la adultez. Estos hallazgos coinciden con estudios de laboratorio con ratas que han producido el fenómeno de manera experimental, es decir, la deficiencia de sodio antes del nacimiento y después de éste, que causa una mayor ingesta de sal en la adultez”.
El científico planteó la hipótesis de que “la evolución nos ha brindado la capacidad de responder a la pérdida de sodio, aumentando nuestra avidez por él”.
Los resultados del estudio no estuvieron exentos de críticas, como las de la doctora Connie Diekman, directora de nutrición universitaria de la Universidad de Washington de San Luis, quien calificó el estudio de “interesante”, pero limitado. “La evaluación de la ingesta de alimentos se basó en cuestionarios sobre la frecuencia, a diferencia de los registros o de la recolección de alimentos, que dejan la precisión de la ingesta al recuerdo, cosa que no es buena herramienta para la precisión científica. Además, el estudio sólo examinó a bebés prematuros, no a los de peso normal”, señaló, por lo que recomendó más investigaciones al respecto.
Diekman pidió a los padres consultar con el médico sobre la cantidad de sal recomendable para los niños. (Fuente: HealthDay)