Sabemos que, gracias a los múltiples avances en ciencia y tecnología, nuestra esperanza de vida aumenta cada año. Por ello, la población mayor cada vez es más numerosa. La Organización Mundial de la Salud ya predijo que, entre 2015 y 2050, la proporción de la población mundial mayor de 60 años casi se duplicará del 12 % al 22 %.
En España, según el Instituto Nacional de Estadística, los mayores de 75 años ya representaban el 12 % de la población adulta en 2022. Sabemos que este país es uno de los más longevos del mundo y, de entre varias hipótesis de las causas, como el medioambiente, el sistema sanitario público o los aspectos socioculturales, el estilo de vida juega un papel importante. De hecho, la dieta se ha postulado como uno de los mecanismos más importantes.
Esto, junto con el incremento de la población mayor, hace que se destinen más recursos a investigar cuál es la dieta ideal para que una persona viva esos años de su vida con la mejor calidad posible. Diana Díaz-Rizzolo, profesora del máster universitario de Nutrición y Salud, del máster universitario de Alimentación en la Actividad Física y el Deporte y de la especialización de Envejecimiento, Nutrición y Calidad de Vida de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, explica las características que tiene que tener una dieta perfecta para el envejecimiento.
1. No a alimentaciones restrictivas. Numerosos estudios han puesto en manifiesto que los déficits nutricionales pueden ser comunes en personas de edad avanzada, por lo que es necesario poner atención en que las dietas sean completas. Pero, ¿y si hay exceso de peso? Debemos actuar. De hecho, es común que ocurra cuando seguimos teniendo una dieta parecida a nuestra época de adultos jóvenes, pero nuestro gasto energético ha disminuido bien porque hacemos menos actividad física o cesamos el ejercicio por diversos motivos y porque nuestro gasto calórico basal se ve disminuido por la propia edad. Entonces ¿qué hacemos?
2. Enfocarnos en calidad (y no en cantidad) de la dieta. La calidad de la dieta debe ser nuestro foco. Más variedad de alimentos de mejores fuentes nos proporcionarán los nutrientes que necesitamos, nos sacian más y nos aportarán menos energía que alimentos menos saludables. Piensa, por ejemplo, en un plato grande de verduras asadas (más de 300 g de zanahoria, pimiento, calabacín y berenjena) acompañado de un buen trozo de tortilla de patatas. ¿Parece mucha cantidad? Ahora piensa en un bocadillo tipo sandwich mixto o bikini, el cual puede parecer a simple vista una cena ligera. Este último puede aportarnos más calorías, menos saciedad por su bajo contenido en fibra y mucho menor aporte de nutrientes.
3. Los alimentos ultraprocesados nos envejecen. Sabemos que estos no solo afectan directamente a nuestra salud y nos acercan a desarrollar patologías crónicas evitables, sino que además envejecen. Nos vuelven más frágiles, y aumentan nuestro riesgo de fallecer (incluso cuando no nos aportan más calorías). Pero es que, además, promueven el envejecimiento de nuestras células. Vamos, un cóctel para vivir menos y peor.
4. Proteína vegetal vs. animal. A pesar de que estudios previos parecían indicar que las cantidades de proteína que consumían los adultos mayores era suficiente, se ha visto que no es así. Las necesidades de proteína ingerida se ven afectadas durante el envejecimiento y difícilmente se incorporan las cantidades necesarias en la dieta. Pero, anecdóticamente, se ha observado que, a más proteína animal consumida, más fragilidad en el adulto mayor. Y no solo eso, más riesgo de enfermedad cardiovascular y de cáncer. ¿Qué quiere decir esto? ¿Debemos o no consumir alimentos proteicos? Definitivamente sí, pero de origen vegetal. De hecho, la substitución de solo un 3 % de la proteína animal por vegetal supone un descenso en el riesgo de mortalidad del 10 %.
5. Moderar los cereales y tubérculos y aumentar los frutos secos, el aceite de oliva y los aguacates. Las poblaciones más longevas siguen patrones de dieta moderadamente ligera en alimentos ricos en carbohidratos (como el arroz, la pasta, la patata, las harinas o el boniato). No obstante, consumir esas grasas de origen vegetal pueden suponer una prevención de desarrollar patologías durante la vejez y protegen frente al envejecimiento celular.
Por eso, una alimentación sin restricciones y con una amplia variedad de alimentos de origen vegetal puede ser nuestro mejor aliado para vivir más y mejor.
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