Una dieta ¿hipolipemiante?

Cada vez que se toca el tema d los lípidos, triglicéridos y colesterol LDL nos ponemos a temblar, pues sabemos que un aumento en ellos puede significar un riesgo de enfermedad cardiaca.

Pero antes de entrar en pánico, saca una cita con tu profesional de la salud. Él establecerá tus niveles de lípidos basales y medirá el riesgo que tienes de padecer enfermedad cardiaca. El perfil basal de lipoproteína se determina a partir de un análisis de sangre.

Después de realizarte pruebas y de preguntarte sobre tus hábitos alimenticios, el médico podrá saber a ciencia cierta cuál es la dieta perfecta para ti.

Debes tener en mente que el principal objetivo del profesional de la salud es bajar los niveles aumentados del colesterol transportado por la LDL para así reducir cualquier riesgo de enfermedad cardiaca, infarto, arteriosclerosis, etc.

Paso #1: ¡¡Cambia tu dieta y haz ejercicio!!
¿Sabías que la intervención dietética está considerada como la base de cualquier tratamiento para disminuir tanto el colesterol LDL como los triglicéridos?

Y una de las dietas que más te ayudan es la dieta hipolipemiante, ¿y eso qué es? Es un régimen alimenticio que se basa en la reducción del consumo de grasa saturada y colesterol (carnes, lácteos, pan dulce, frituras y alimentos fritos) y el aumento recíproco de grasa insaturada (aceites de oliva o semillas, pescado, frutos secos) e hidratos de carbono complejos (todos los alimentos vegetales).

Por lo tanto incluye verduras, ensaladas, frutas, lácteos desnatados, entre otros; y prohíbe embutidos grasos, lácteos enteros y alimentos fritos.

Debe recordarse que una alimentación equilibrada ofrece, independientemente de su efecto sobre la mortalidad cardiovascular, numerosas ventajas adicionales como son, la ingesta de numerosos compuestos fitoquímicos antioxidantes aportados por los vegetales, que inhiben la absorción de colesterol en el intestino. Así como su notable efecto beneficioso sobre la intolerancia a la glucosa e hiperinsulinismo asociados con la obesidad.

¿Qué es lo que hay que cambiar?

Son el cambio de hábitos dietéticos con reducción de grasas saturadas y colesterol, la recuperación del peso ideal en caso de sobrepeso u obesidad, la práctica de ejercicio físico regular y el abandono del hábito tabáquico. Así, la reducción de grasa saturada contribuye a disminuir la presión arterial, igual que el ejercicio físico, que además mejora la resistencia a la insulina, mientras que dejar de fumar aumenta el HDL y mejora el metabolismo hidrocarbonado, y la pérdida de peso en el obeso mejora todos los factores de riesgo asociados, lipídicos y no lipídicos.

¡¡Ojo!! Ninguna dieta es mágica. Toda modificación dietética requiere, para ser efectiva en su misión de reducir el riesgo cardiovascular, que el paciente las siga y las mantenga a largo plazo. La base del tratamiento es la instauración de medidas dietéticas y de cambios en el estilo de vida.

Hay que recordar que la ausencia de actividad física es un factor de riesgo cardiovascular independientemente que duplica el riesgo de enfermedad coronaria y de accidente cerebrovascular en comparación con la población no sedentaria.

Acerca Redacción

Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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