Es necesario avanzar en la difusión de los principios activos de plantas benéficas para el tratamiento de las enfermedades que aquejan a la sociedad y prevenir eventuales peligros al mezclarlas con las medicinas sintéticas.
Sostiene que es muy importante que el Estado direccione estos esfuerzos como lo está haciendo Brasil y Argentina, ya que para producir y distribuir un fitomedicamento se requiere de la participación de botánicos, agrónomos, antropólogos, biólogos y médicos, con lo cual, se puede hacer de la planta medicinal un nuevo nicho productivo para 1) el aprovechamiento de hectáreas de campo que muchas veces son improductivas 2) la generación de empleo y mano de obra en su cultivo 3) y el involucramiento de las universidades en esfuerzos de investigación dirigidos a las necesidades del país, pues muchas veces trabajan de manera aislada y poco se aprovechan sus logros.
Las ventajas de las plantas medicinales es que no generan dependencia como los psicofármacos y pueden ser utilizadas, por ejemplo, para el tratamiento de depresión moderada, ya que al no ser tan potentes, ocupan sólo parcialmente el receptor benzodiacepínico del organismo. No obstante, esto no significa que las plantas sean inocuas, pero tienen cientos de años de uso que las respaldan y una farmacopea que distingue las tóxicas de las que no lo son. Su eventual toxicidad reside principalmente en la dosis o uso indebido por desconocimiento, de ahí que el propósito del Diplomado sea promover el conocimiento de los principios activos de las plantas utilizadas exitosamente en el tratamiento de enfermedades tales como: Diabetes, Artritis, Atrosis, Ansiedad, Depresión, Alzheimer, Obesidad y otras patologías del sistema digestivo.
Hoy existen cifradas esperanzas para mejorar los tratamientos de la Diabetes tipo I con fitomedicamentos, que si bien no pretenden sustituir a la insulina, sí generan un mejor aprovechamiento para no aumentar las dosis al correr del tiempo. Se obtienen buenos resultados con el uso de hojas secas de higuera y arándano, así como también con el consumo de 3 cebollas diarias durante 3 meses, lo cual reduce al 50% la necesidad de insulina en el cuerpo, mientras que la infusión de hoja seca de higuera la disminuye de un 15 a 20%.
Además de estos avances, hay temas importantes en la mesa de trabajo como son el peligro de mezclar tratamientos de medicina sintética con remedios naturales, pues ocasiona que ambos compitan y a final de cuentas ninguno actúe. Por otra parte, existe el prejuicio en muchos médicos de que recetar una planta los desacredita y con frecuencia se niegan a tener interacción con terapeutas, quienes son los que más conocen de herbolaria y aunque su ejercicio profesional es reconocido por el Estado, no los incorporan formalmente a los hospitales como si se tratasen de servicios piratas, que deben trabajar de manera solapada a escondidas del control estatal.
De hecho, se está observando en todo el mundo un retorno a los productos verdes de uso ancestral y la propia industria farmacéutica que en otros tiempos, miraba con desprecio las plantas porque no se podían patentar, ven ahora en ellas un renovado interés económico, en la posibilidad de aislar moléculas de las plantas para luego sintetizarlas en su urgente afán de crear patentes nuevas.
Otro de los problemas de salud pública que ha generado este desenfrenado interés comercial de sacar nuevas patentes al mercado, es el enorme gasto de salud derivado de las internaciones causadas por los efectos nocivos de medicamentos sintéticos que, en muchos casos, se tienen que retirar del mercado a los 2 o 3 años porque ocasionan intoxicaciones gravísimas., de lo cual, poco se ha hablado.