Los adultos mayores obesos son más propensos a tener problemas para realizar sus actividades diarias, como darse una ducha, vestirse o ir al baño.
Y a mayor sobrepeso, más discapacidades surgían, según un estudio sobre 20.000 mayores de 65 años.
Lo interesante fue que el sobrepeso no elevaba el riesgo de muerte, excepto en los muy obesos, lo que suma este estudio a otros que habían sugerido que el aumento moderado del peso corporal no afectaría por igual a los adultos mayores que a la población general, comentó la doctora Christina Wee, del Centro Médico Beth Israel Deaconess, en Boston.
Para conocer mejor ese efecto, el equipo de Wee revisó datos de 20.975 pacientes de la cobertura estatal estadounidense Medicare, obtenidos durante entrevistas realizadas en cuatro años. Más de un tercio tenía sobrepeso y un 18 por ciento era obeso. A todos se los estudió durante 14 años para determinar la mortalidad.
La investigación se concentró en la capacidad de los participantes de realizar actividades diarias, como comer, sentarse y levantarse de una silla o caminar (movimientos básicos), que el equipo distinguió de las instrumentales (usar el teléfono, cocinar, ir de compras o usar dinero).
Según publica Annals of Internal Medicine, entre el 22 y el 32 por ciento de las mujeres con sobrepeso y obesidad, por ejemplo, dijo que le costaba realizar por lo menos una actividad diaria, comparado con el 20 por ciento de las mujeres con peso saludable.
En cuanto a las actividades instrumentales, el 30 a 38 por ciento de los hombres con sobrepeso y obesidad respondió que esas actividades eran cada vez más difíciles desde el inicio del estudio, a diferencia de apenas el 28 por ciento en el grupo sin sobrepeso.
En los afroamericanos, el sobrepeso no causó tanto problema con las actividades diarias, aunque su participación (un 8 por ciento de la cohorte) cuestiona ese resultado.
Se desconoce por qué el sobrepeso influye más en las actividades diarias que en la mortalidad. Una explicación, según la autora, sería el “efecto de supervivencia”, por el que los adultos obesos que viven 65 años o más serían más “resistentes” a la muerte, quizás por genes que los ayudan a contrarrestar los efectos de la obesidad.
“Pero los adultos ya son más propensos a la discapacidad y la obesidad lo potenciaría”, añadió.
De hecho, los participantes con el nivel más bajo de riesgo de morir durante el estudio fueron aquellos con sobrepeso, no con obesidad.
Esto, para Wee, fue especialmente sorprendente. La clasificación se realizó según el índice de masa corporal (IMC), que no es una medición precisa de la grasa corporal en los adultos en general.
“Además, dado que muchas enfermedades crónicas en los adultos mayores causan descenso de peso, ser delgado sería un signo de padecer varias dolencias”, dijo.
Por ahora, la autora recomendó que los adultos mayores con sobrepeso se concentren en no perder las habilidades para realizar las actividades cotidianas: “Puede ser que el tratamiento no sea adelgazar, sino hacer ejercicio para reforzar los músculos y mejorar las funciones generales”.