Hablar sobre cáncer de mama es hablar de una gran preocupación para la salud pública en todo el mundo, ya que actualmente representa el 16% de todos los cánceres femeninos, es decir, el cáncer más común entre las mujeres.
En México, desde 1980 la mortalidad por cáncer de mama ha ido en aumento, hasta situarse por arriba de los fallecimientos por cáncer cervicouterino en 2006, convirtiéndose en la segunda causa de muerte en mujeres de 30 a 54 años de edad y en la primera causa de defunción por cáncer en mujeres en general.
El cambio en la esperanza de vida en los países en desarrollo, que entre 1965 y 2005 se incrementó de 50 a 65 años, ha dado como resultado que en esos países las mujeres alcancen edades en las que es más común desarrollar cáncer de mama.
Además, el acelerado proceso de urbanización se asocia con cambios en las conductas reproductivos y los estilos de vida.
Estos cambios devienen en otros, como posponer el inicio de la maternidad, tener menos hijos y menos disposición a amamantar, que aunados al sobrepeso y la obesidad, producto del sedentarismo y la ingesta de alimentos de bajo valor nutricional y alto contenido energético, constituyen factores que confluyen en un mayor riesgo en el desarrollo de cáncer de mama.
De acuerdo con los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos), el cáncer de mama en sus etapas iniciales no causa signos ni síntomas. Sin embargo, conforme crece puede presentar cambios en la sensibilidad o apariencia de las mamas. Algunos de los síntomas que pueden presentarse incluyen la aparición de un bulto en los senos o debajo del brazo, en la axila; endurecimiento o hinchazón de una parte de los senos, irritación, descamación, enrojecimiento o hundimientos en la piel de las mamas o en el pezón, cambio en el tamaño o forma de los senos y dolor en cualquiera de sus partes.
Para el cáncer de mama, la reducción de factores de riesgo y la detección oportuna juegan un papel preponderante en el control y en la reducción de la mortalidad por esta causa. Existen tres herramientas para la detección oportuna del cáncer de mama: la autoexploración, el examen clínico y la mastografía.
De acuerdo con el manual para personal de medicina y enfermería del primer nivel de atención, Detección temprana y manejo integral del cáncer de mama, la exploración clínica ha demostrado contribuir en la reducción de la mortalidad por este padecimiento, junto con la mastografía; que a su vez es “la herramienta más efectiva para la detección oportuna del cáncer de mama”. Por su parte, la autoexploración “tiene como objetivo sensibilizar a la mujer sobre el cáncer de mama y favorecer un mayor conocimiento sobre su cuerpo para que pueda identificar cambios anormales, para la demanda de atención médica oportuna”.