El calcio en los niños, en las mujeres embarazadas, en adultos mayores, etcétera. En todos lados escuchamos que debemos consumir calcio, pues una carencia del mismo tiene complicaciones para la salud, generalmente sólo lo asociamos con los huesos en etapas frágiles de la vida, sin embargo, su importancia trasciende toda la vida.
El calcio (Ca), es el quinto elemento más abundante en la tierra y el cuarto en el cuerpo humano, y aunque ciertamente casi un 99% de este mineral se concentra en los huesos y dientes dándoles rigidez y fortaleza, también interviene en la coagulación; es regulador nervioso y neuromuscular, modulando la contracción muscular como la frecuencia cardíaca, la absorción y secreción intestinal y la liberación de hormonas.
Disminuye los niveles de colesterol en sangre, previene los calambres en la musculatura, es preventivo ante enfermedades como el cáncer, ayuda a reducir la tensión arterial en personas con hipertensión, previene pérdida de masa ósea, es activador de diferentes enzimas, mantiene la permeabilidad de las membranas celulares, mantiene la piel sana, y durante el embarazo reduce la incidencia de la preeclampsia.
Cerca de un 45% de la masa ósea de una persona adulta se forma durante la adolescencia, aunque continúa creciendo hasta aproximadamente los treinta años, pero para reducir el riesgo de osteoporosis es crucial conseguir un nivel máximo de masa ósea durante la infancia y la adolescencia. Vale mencionar que todo el calcio que se necesita para el crecimiento de los huesos debe provenir de la dieta, por lo que se deben comer desde la infancia varias raciones de lácteos y otros alimentos para mantener los niveles de calcio recomendados.
Pues contrario a lo que podríamos pensar, dentro de nuestros huesos se desarrolla una gran actividad biológica, continuamente se están renovando y el tejido viejo es reemplazando por tejido nuevo. En la infancia y adolescencia el cuerpo tiene la capacidad de crear más tejido óseo del que se destruye, aunque alrededor de los 30 o 35 años empezamos a perder más tejido del que podemos reemplazar, y aún más las mujeres en la menopausia pues dejan de producir estrógeno, que entre sus funciones preserva la masa ósea.
Si de niño no tienes suficiente calcio en tu dieta, una consecuencia a corto plazo es no llegar a la estatura total y desarrollar raquitismo; si de adulto no tienes suficiente calcio hay reblandecimiento y debilitamiento en los huesos (osteomalacia), además de una larga lista de enfermedades metabólicas, porque el calcio es usado por cientos de enzimas diferentes.
En pleno siglo XXI, el calcio es el nutriente más estudiado y constantemente las investigaciones revelan afecciones causadas por la deficiencia del mismo. Pues apenas hace más de veinte años, no se vislumbraba que la deficiencia de calcio por mucho tiempo producía osteoporosis, y gracias a esa constante labor, actualmente todos sabemos que el calcio (y la vitamina D) reduce el riesgo de osteoporosis y de fracturas.
Las arterias también dependen del calcio, por lo que mantener bajos los niveles de calcio por mucho tiempo provoca contracción de las arterias. Las arterias tienen una pared muscular y dependen del calcio para contraer ese músculo en la pared arterial.
Se necesita calcio para todo el ciclo, para contraer y para relajar, cuando hay bajos niveles de calcio, los músculos de las arterias se contraen pero no pueden relajarse, esto lleva a presentar alta presión y vasos sanguíneos pequeños; si esto ocurre además llevando una dieta alta en sal y con muchas calorías (como la comida rápida), nuestras células grasas fabrican grasa extra, por lo que el aumento de grasa que la mayoría experimentamos en la adultez también puede ser consecuencia de una deficiencia de calcio por largo tiempo.
Los niveles bajos de calcio no sólo son consecuencia de osteomalacia y osteoporosis, pueden llevan a hipertensión, dolor en articulaciones, deterioro cerebral, aumento de colesterol en la sangre, calambres musculares, alteraciones cutáneas, obesidad y riesgo de desarrollar problemas coronarios, entre una larga lista de afecciones. Por el contrario, la ingesta de calcio, por ejemplo, reduce la transición a obesidad un 30% y la transición a hipertensión en la adultez un 62%.
Desde las más tiernas etapas de la vida el calcio es indispensable, y su consumo en forma natural no tiene contraindicaciones, pues el cuerpo tiene la capacidad de desechar el exceso del mismo, caso distinto en tema de los suplementos, por lo que tienen que ser siempre indicados por un especialista. Mientras tanto, para evitar deficiencias en los niveles de calcio, privilegia el consumo de lácteos (leche, queso, yogurt), legumbres (lentejas, garbanzos, soya), vegetales (espinaca, col, berro, brócoli) o frutos secos.