Lo cercano o lejano que esté de nuestro hogar un mercado tradicional, una tiendita o incluso un supermercado, el tipo de restaurantes a los que tengamos acceso, las características y preparación de alimentos que ofrece el comedor del centro de trabajo, los productos que los padres ponen a disposición de sus hijos en el refrigerador, así como las políticas públicas impulsadas por las autoridades, son algunos de los elementos que influyen en la consolidación, o no, de ambientes obesogénicos.
Así lo resaltan investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, quienes en un artículo publicado en su sitio web y consultado por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) refieren, además, que en los últimos 20 años la investigación científica es sólida y permite afirmar que los entornos en los que vivimos inciden en la disponibilidad, costo y hábitos alimenticios, y, por ende, en la probabilidad de desarrollar obesidad.
Especialistas de esta institución académica recomiendan hacer un abordaje transversal que involucre a distintos actores de la sociedad, incluidos los gobiernos, la industria y las familias, con acciones como: garantizar el acceso a alimentos y bebidas saludables; mejorar la alimentación en los barrios y colonias; cuidar la comercialización y etiquetado de alimentos; procurar los precios de los mismos; una revisión y aplicación de impuestos de manera generalizada a todos los productos bajos en nutrientes y altos en calorías, así como el diseño de una política agraria sustentable y programas de asistencia alimentaria.
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Por su parte, un estudio publicado en el New England Journal of Medicine realizado de 1971 a 2003, a 12 mil 067 personas de una red densamente interconectada, detalla como los lazos sociales de los individuos pueden incidir, también, en la probabilidad de padecer sobrepeso u obesidad. Esta investigación, que usó modelos estadísticos longitudinales, examinó si el aumento de peso en una persona estaba asociado con el aumento de peso en sus amigos, hermanos, cónyuge y vecinos.
Otra variable más que los especialistas asocian a un ambiente obesogénico es el factor socioeconómico. Resultados de un estudio publicado en la revista científica The American Journal of Clinical Nutrition sostienen que las tasas de obesidad y, por lo tanto, de morbilidad y mortalidad en las sociedades industrializadas, son mayores entre grupos de personas con menores recursos económicos. “Sufren tasas más altas de obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, caries dental y algunas formas de cáncer. Todas estas enfermedades tienen un vínculo directo con la nutrición y la dieta”.
Si bien la obesogenicidad ha sido definida como la suma de influencias que el entorno, las oportunidades o las condiciones de vida tienen sobre la promoción de la obesidad en individuos o grupos de individuos, la prevención y el tratamiento de la obesidad se han centrado en intervenciones farmacológicas, educativas y conductuales, con un éxito general limitado.
Por ello, un enfoque novedoso y a más largo plazo, según diversos especialistas, es investigar los entornos que promueven un alto consumo de energía y el comportamiento sedentario y comprender cómo las personas y los grupos interactúan con sus entornos en términos de actividad física e ingesta de alimentos.
DZ
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