Existen diversos factores de riesgo que pueden provocar una enfermedad coronaria donde él impacto psicológico llega a ser fuerte. Después de los pacientes sometidos a cirugías de corazón abierto, siguen los pacientes con infarto agudo del miocardio, quienes psicológicamente se ven muy afectados, ya que presentan síntomas significativos de ansiedad y depresión.
Generalmente el paciente está informado de los factores de riesgo que le han afectado tales como: hipertensión arterial, sedentarismo, la genética, obesidad o mala alimentación, etc. Y a veces desconocen los factores de riesgo psicológicos que contribuyen de manera mínima pero también están involucrados, los cuales son la ansiedad, la depresión, el estrés y la personalidad.
Refiriéndonos a estos factores de riesgo psicológicos, es importante definir cada uno, y conocer algunos de los síntomas que se presentan. Dentro de los síntomas de depresión se debe saber que existe la sensación de tristeza, apatía (desinterés para llevar a cabo sus actividades cotidianas), alteraciones del sueño (insomnio o hipersomnia (dormir de mas)), ideas pesimistas, alteraciones del apetito (aumento o disminución de peso), disminución del apetito sexual, y en casos graves hasta ideas de muerte o intentos de suicidio, que generalmente no se da en los pacientes cardiópatas. Y estos síntomas pueden estar combinados con la ansiedad, esa sensación de incomodidad y de tener la idea de que algo malo va a pasar o de no poder estar tranquilo en algún lugar o en lugares tumultuosos. Estos síntomas son frecuentes en los pacientes después de su IAM y si ya existían antes de éste, tienden a incrementarse, por lo que la importancia de que el paciente sepa que es parte de la consecuencia de su evento (IAM).
También debe conocer que el estrés es un factor que ha afectado su vida, que pocas veces nos dedicamos a darle un manejo adecuado o de tender a relajarnos para vivir más estables o con mejor calidad de vida y es recomendable aprender a relajarse por medio de técnicas de relajación, con música que sea de su agrado y darse sus tiempos para poder y saber manejar éste estado de tensión que ha afectado a lo largo de su vida.
Y por último y un factor muy importante es la personalidad, que desde hace muchos años se habló de la conducta tipo A en donde describían a los pacientes como personas agresivas, con urgencia en el tiempo, con niveles altos de estrés en el área laboral, hostiles, sintiéndose que solo ellos pueden hacer las cosas bien y malhumorados y que ellos por éstas características de personalidad tendían más al IAM. Sin embargo, a lo largo del tiempo se percibió que los pacientes que tenían rasgos contrarios a ellos, llamada conducta tipo B, o sea, que eran pasivos y que tenían una vida menos acelerada, también se infartaban porque lo que hacían era reprimir sus emociones, lo cual les afectaba de la misma manera. Por lo cual se ha seguido estudiando ésta idea de la personalidad en el cardiópata y se ha descubierto que el rasgo de personalidad más predominante actualmente en los infartados en la HOSTILIDAD. Entendiéndose como hostilidad a todo sentimiento guardado o reprimido a lo largo del tiempo y que ha creado tensión en el individuo.
Por lo que es importante que el paciente con IAM conozca estos síntomas con el propósito de que haya cambios en su estilo de vida (la alimentación, el ejercicio físico, chequeos periódicos, toma de medicamentos, etc y haya una mejor recuperación y estabilidad emocional. Ya que si el paciente recibe una adecuada atención médica, con especialistas capacitados en el área y una buena rehabilitación cardiaca puede lograr tener una mejor calidad de vida y vivir de manera óptima con su IAM.
Continuará