La cirrosis hepática y sus complicaciones son un problema de salud pública en México, afectan especialmente a la población edad productiva y es una de las principales causas de mortalidad general.
La cirrosis, explicó la doctora Yolanda Zamorano Orozco, adscrita al servicio de Gastroenterología del Hospital General Regional (HGR) No.1 %u201CDoctor Carlos Mac Gregor Sánchez Navarro%u201D, es una alteración celular del hígado, en la que el tejido normal es reemplazado por tejido fibroso. La enfermedad es irreversible, no hay cura ni forma de devolverle a esta glándula su funcionamiento normal.
Sus principales causas, recalcó la gastroenteróloga del IMSS, son: alcoholismo y cualquier otro padecimiento crónico del hígado derivado del virus C de la hepatitis. Asimismo, desarrolla hipertensión portal (la vena porta, la mayor de ese órgano, lleva los nutrientes al hígado para que los metabolice) y conlleva la aparición de insuficiencia hepática en quienes la padecen.
El hígado es uno de los órganos más importantes del cuerpo y es esencial para mantener el funcionamiento equilibrado del organismo, porque funciona como un filtro que remueve o neutraliza sustancias dañinas de la sangre, produce agentes inmunes para el control de las infecciones, desecha gérmenes y bacterias, fabrica proteínas que regulan la coagulación de la sangre y produce bilis para ayudar en la absorción de grasas y vitaminas.
En las etapas tempranas de la enfermedad es común que no se presenten síntomas; sin embargo, cuando las células sanas son reemplazadas por tejido fibroso, comienzan las alteraciones en las funciones del hígado.
Entonces, detalló la doctora Zamorano Orozco, pueden manifestarse los siguientes signos: cansancio extremo, pérdida del apetito y, por consiguiente, del peso; náuseas, dolor abdominal. La orina se oscurece mientras que las heces fecales se vuelven blanquecinas. El signo más evidente es la coloración amarilla en piel y ojos (ictericia) del paciente.
Dada su condición de irreversible, la vigilancia médica debe ser periódica a fin de identificar las complicaciones a mediano y largo plazos. A quienes padecen cirrosis, los especialistas del IMSS les realizan pruebas de funcionamiento hepático, de coagulación y análisis endoscópicos en previsión de un probable agravamiento de la enfermedad, como la hipertensión portal.
Esta es un aumento en la presión dentro del órgano, que ocasiona la inflamación de los vasos sanguíneos cercanos, como son los del estómago y esófago, con grave riesgo de ruptura y, por ende, sangrado abundante. Asimismo, se les prescribe una dieta baja en sal, a fin de no retener líquidos, lo que podría traducirse en falla renal.
Se calcula que en México, al año, se registran más de 25 mil defunciones por cirrosis hepática, lo que representa una de las principales causas de mortalidad general; además de que un millón 200 mil personas son portadoras del virus de la hepatitis C.
Ante ello, la doctora Yolanda Zamorano Orozco hizo un llamado a la población en general a evitar el consumo elevado de alcohol que, cuando se combina con factores como sobrepeso, obesidad o diabetes, elevan considerablemente el riesgo de padecer cirrosis hepática.