Si bien el tema de la alimentación en México es uno de los más estudiados entre la comunidad médico-científica para identificar el estado de salud pública; en fechar recientes se ha tornado también una cuestión de debate político, sobre todo por los costos que representa la atención de enfermedades relacionadas con la obesidad y desnutrición.
Ahora mismo, ese punto está en la escena pública con iniciativas en diversos estados sobre el control de venta de la llamada comida chatarra en las inmediaciones y dentro de escuelas de educación básica, debido al incremento de sobrepeso y obesidad que presenta la comunidad estudiantil, y que eventualmente impacta en su calidad de vida. Pero también existen otras afecciones relacionadas con el sector adolescente que deben considerarse en las políticas públicas, a fin de atender problemas de salud en esa población.
Sin dejar atrás los grados de desnutrición que aún prevalece en poblaciones infantil y adolescente de algunas regiones, el país ha transitado en las últimas décadas a un problema de enfermedades crónicas relacionadas con el incremento en la ingesta de productos con altos grados calóricos. Asimismo, la adopción de ciertos estereotipos por parte de la población infantil y juvenil ha contribuido en el cambio de patrones alimenticios.
De acuerdo con un artículo publicado en la revista especializada Salud Pública de México (vol. 51), titulado Prevalencia de comportamientos alimenticios anormales en adolescentes en México, el cual está basado en datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (ENSANUT), al tomar una muestra significativa de población adolescente nacional, se ha manifestado que a partir de los 15 años se incrementa el riesgo de desarrollar un trastorno de conducta alimentaria, sobre todo en habitantes de áreas metropolitanas.
El artículo, en el que participaron especialistas de cuatro instancias gubernamentales (los institutos nacionales de Ciencias Médicas y Nutrición, de Psiquiatría, de Salud Pública y la propia Secretaría de Salud), detalla que el comportamiento alimenticio es un fenómeno de origen biológico, psicológico y social, toda vez que es determinado por el ambiente donde se desarrollan los individuos, los factores familiares y culturales, así como sus tradiciones.
Al igual que otros hábitos, indica la investigación, el alimenticio es %u201Cconstruido%u201D en etapas tempranas de la vida. Sin embargo, las condiciones de alto estrés y de frustraciones emocionales y sociales que imperan en las grandes ciudades, y de manera particular para los adolescentes en el ambiente escolar, es también un campo fértil para la presencia de comportamientos anormales de alimentación.
Adicionalmente, se considera que los niños y jóvenes están más expuestos a mensajes mediáticos que pueden llegar a influenciar sus hábitos alimenticios y percepción sobre lo bueno y malo de la comida y apariencia física.
El análisis realizado por los expertos de los institutos de salud nacionales determina que, contrario a lo que se pensaba, no existe una diferencia sustancial entre el comportamiento alimenticio por género, pues apenas se reportan dos casos más de mujeres con desordenes alimenticios por cada hombre.
Entre los principales comportamientos anormales de alimentación señalados por el artículo científico destacan dos desordenes antagónicos. El primero es el descrito como un %u201Cintenso miedo%u201D por ganar peso que se percibe entre los jóvenes, cuya prevalencia aumenta a medida de que se van adentrando a etapas más avanzadas de la adolescencia. El otro es la ingesta compulsiva, que está relacionado directamente con la obesidad y sobrepeso.
De acuerdo con los especialistas, este tipo de análisis deben ser considerados por las autoridades sanitarias debido a que los desórdenes alimenticios son %u201Cpatologías asociadas a los riesgos de adicciones y obesidad%u201D, dos importantes problemas de salud en México.
Cabe destacar que en las últimas dos décadas el país ha experimentado un crecimiento continuo en la prevalencia de desordenes alimentación entre su población, lo que coincide con el incremento, en ese mismo periodo, del número de pacientes con enfermedades crónico-degenerativas. Por ese motivo, los autores del artículo recomiendan considerar en el tratamiento de la mayoría de aquellos padecimientos la adecuación del comportamiento alimenticio, pues se ha percibido una relación de ello con la adherencia a las terapias o tratamientos.